"DEPENDIENTA EXHIBICIONISTA (2ª parte)"
A las 6 en punto de la tarde estaba yo en la dirección que Pilar (la
dependienta) me había dado a la mañana en la sastrería.
Se trataba de un coqueto apartamento situado en la calle Mazarredo de Bilbao.
Al tratarse de un noveno piso su discreción hacia el exterior era total
ya que sobresalía por encima del resto de edificios.
Tras tocar el timbre comprobé que la puerta estaba ligeramente abierta
y nadie al otro lado esperándome. Entré y tras cerrar la puerta
tras de mí, me encontré en un pequeño hall-recibidor, un
armario empotrado panelado exteriormente de espejo en sus tres hojas creaban
un escenario muy parecido al probador de la tienda donde por la mañana
Pilar se me había exhibido y provocado de forma fantástica y súper
morbosa. Pero ¿dónde estaba Pilar? Su voz desde el salón
contiguo me sacó de dudas, ¡desnúdate por completo, por
favor y luego ven a sentarte a mi lado! Hice caso a mi anfitriona y me desnude
por completo, apagué la luz del hall y me presenté en el salón.
Sentada en un gran sofá de cuero negro, Pilar me esperaba vestida únicamente
con una vaporosa camisa de lino desabrochada hasta la mitad y un minúsculo
tanga de color rojo que apenas conseguía cubrir su poblada mata de pelo
negro. Al tener la camisa tan desabrochada podía observar perfectamente
hasta la mitad sus poderosas tetas que amenazaban con liberarse por completo
de la camisa que las medio ocultaba. El espectáculo de Pilar así
vestida era grandioso y mi polla no tardó ni un minuto en ponerse dura
como el hierro apuntando al techo. Desnudo totalmente como estaba me fui acercando
lentamente al sofá ante la mirada sonriente y picarona de Pilar, que
nada más acomodarme a su lado depósito su mano derecha sobre mi
dura polla y acercando su boca a la mía me besó y me dio las gracias
por haber aceptado su invitación. Mientras me manoseaba lentamente la
polla me contó que hacia 2 años se había quedado viuda
y que desde entonces no había estado con ningún hombre aunque
si se masturbaba a menudo y se metía un consolador que su marido la había
regalado. Mientras la escuchaba introduje mi mano derecha en el interior de
la camisa y acaricié suavemente sus tetas y pezones, poco a poco mis
dedos fueron soltando los tres botones que quedaban atados y abrí su
camisa dejando a la vista y a mi merced sus maravillosas tetas. Pilar sin dejar
de mover su mano sobre mi polla, recostó su cabeza hacia atrás,
mis manos ahora tenían libertad absoluta para acariciar, sobar y pellizcar
sus pezones y a ello me dediqué durante un buen rato mientras Pilar con
los ojos cerrados se dejaba hacer y continuaba masturbándome lentamente.
Tras no dejar ni un rincón de sus tetas sin saborear con mi lengua y
labios, fui descendiendo lentamente por su ombligo, ahora sus manos me agarraban
la cabeza y deslizando su cuerpo hacia abajo en el sofá se quedó
casi tumbada y totalmente espatarrada a la espera de que mi lengua se internase
entre sus muslos. Mientras mi lengua se dedicaba a juguetear en la zona de su
ombligo, mi mano derecha se deslizaba sobre su tanga en un autentico manoseo
de coño, Pilar movía sus caderas y levantaba su pelvis provocándome
y buscando mi boca. Suavemente deslizaba mi lengua por todo su coño pero
por encima del tanga, hasta que introduciendo un dedo en su interior lo separé
por su lado derecho y ahora si mi lengua se depositó directamente sobre
su clítoris, Pilar se movía sin parar y jadeaba pidiendo que no
parase, mi dedo índice comenzó a introducirse en sus entrañas
y Pilar sin poder aguantar más se corrió en mi boca entre gritos
y espasmos. Pilar rendida por la corrida se quedó inerte y tumbada durante
unos 2 ó 3 minutos, yo recostado en el sofá me dedicaba a masturbarme
muy lentamente contemplándola y deleitándome con el espectáculo
tan sensual de la postura en la que se había quedado Pilar tras la corrida.
Poco a poco fue recuperándose se sentó bien en el sofá
y casi entre sollozos me dio otro beso y me dijo que la había hecho la
mujer más feliz del mundo tras dos años de abstinencia con un
hombre. Me miró a la polla, sonrió y me pidió que me tumbase
en el sofá. Ahora era yo el que casi tumbado del todo en el sofá,
coloqué mis brazos por detrás de mi cabeza y la ofrecí
todo mi cuerpo para que lo disfrutara como más la apeteciese. Se levantó
y delante mio se quitó la camisa, acto seguido metió sus manos
bajo el tanga y muy poquito a poco comenzó a deslizarlo hacia abajo hasta
quitárselo. De pié y totalmente desnuda delante mío se
acariciaba las tetas con la mano izquierda mientras su mano derecha introducida
entre sus muslos se deslizaba arriba y abajo sobre su peludo y encharcado coño.
Se arrodilló a mi lado y sin dejar de masturbarse a si misma con la mano
izquierda me agarró la polla y comenzó a masturbarme también
a mí. Alargué mi mano derecha y comencé a acariciarla las
tetas y pezones, ella se acercó un poco más a mi cuerpo y su boca
buscó mi polla. Con desesperante lentitud su boca se deslizaba arriba
y abajo por mi polla mientras su mano derecha continuaba entre sus propios muslos
masturbándose y deleitándose con su propio placer. Se notaba que
estaba acostumbrada a masturbarse y el espectáculo de sus ojos cerrados
y su cara de placer me tenía al límite de mi aguante. Se lo dije
y ella dejando de comerme la polla por un instante, me dijo que la apetecía
que me corriese en su boca y continuó comiéndome la polla pero
ahora con mayor intensidad. Sin poder aguantarme ni un minuto más, noté
como un chorro de mi semen se deslizaba de mis testículos y tras recorrer
mi exaltada polla saltaba al interior de su golosa boca que ahora si que me
succionaba con autentica devoción.
Rendido por la brutal corrida me quedé tumbado en el sofá, inerte
y a merced de Pilar que ahora se dedicaba a deslizar las yemas de sus dedos
por todo mi cuerpo en una cariñosa y delicada caricia.
(continua con la 3ª parte).
Kristio |