"CHICO PARA TODO"


“Hombre de buen ver, deportista y muy discreto, se ofrece como sirviente, jardinero, pintor ó chofer”. Así constaba el anuncio que Jaime insertó buscando trabajo, la difícil situación económica en que se encontraba le había llevado a buscar trabajo como fuera, afortunadamente 3 días más tarde recibió una llamada en su teléfono interesándose por el. Se trataba de una mujer de 32 años que tras quedarse viuda no podía atender la finca de su propiedad y buscaba un hombre que la atendiese y cuidase de forma residente.
Una verja de hierro impedía el paso de su vehiculo al interior de la finca, se bajó del coche y presionó el botón del interfono que había junto a la verja “¿si, quien es?” Preguntó una voz de mujer al otro lado del interfono, “soy Jaime, vengo para la entrevista de trabajo”, la verja comenzó un lento recorrido en línea recta hasta desaparecer detrás del muro contiguo. Jaime arrancó su coche y avanzó por el camino de tierra que conducía hasta el caserón que presidía la finca. Nada más llegar la puerta de entrada a la casa se abrió y apareció en el umbral una mujer morena, delgada y esbelta, Jaime sabia que tenía 32 años y acababa de quedarse viuda y eso no está nada bien en una mujer joven y tan atractiva (pensó Jaime mientras alargaba su mano para presentarse). La mujer se presentó como Irene y le hizo pasar a un salón contiguo donde le ofreció asiento en un sofá. Sentados ambos en el sofá, Jaime percibía cierto comportamiento extraño en la mujer, el trato desde el principio fue especialmente familiar y cómplice, notaba como Irene se fijaba en exceso en sus labios, en varias ocasiones halagó su fuerte musculatura de hombre y cuando le preguntó si estaba casado y Jaime le respondió que divorciado, Irene esbozó una sonrisa picarona.
En un momento dado Irene se levantó y acercándose a un aparador extrajo de este una botella de Coñac y dos copas, volvió a sentarse junto a Jaime y tras servirle media copa, dejó la botella sobre la mesita, depositó su mano derecha sobre el muslo de Jaime y mirándole a los ojos le dijo: “Además de los cometidos que ya te he explicado…… necesitaría que me prestases un poco de atención de vez en cuando, hace 3 meses que me he quedado viuda y necesito saciar el hambre de tener a un hombre junto a mi. Si eres discreto y me complaces en este asunto te recompensaré con un buen sueldo”. Jaime se había quedado mudo, nunca una mujer le había realizado semejante proposición tan directamente y tardó en reaccionar. La mano de Irene se posó sobre la ya abultada entrepierna de Jaime y se deslizaba sobre ella lentamente. Alargando su mano derecha Jaime, la depositó sobre el muslo desnudo de su jefa, poco a poco inició el ascenso por sus muslos hasta alcanzar la falda, continuó su avance introduciéndose bajo esta, Irene separo sus muslos y recostó su espalda en el sofá. Ambos se miraron y ella le sonrió, Jaime acercó sus labios a los de su jefa y se fundieron en un apasionado intercambio de lenguas mientras los dedos de Jaime jugaban sobre lo más íntimo de su jefa.


Kristio
Volver al Listado principal