"5 VELAS "


¿Casualidad? Acaso pretendía hacerle entender que su propuesta no era suficientemente interesante para ella? Paula había conseguido interesarle por sus gustos particulares y diversos, le había mandado fotos francamente cargadas de erotismo y con un común denominador, en ellas aparecía siempre una mujer atada y en plan de sumisión pero no creía que pudiera llegar hasta ese punto. Su mente comenzó a maquinar la posibilidad de descubrir hasta donde sería capaz de llegar su amiga pero deseaba conseguir saberlo desde fuera.
Luis llamó a su amigo Jaime y le citó en una céntrica cafetería de Bilbao.
“Aúpa Jaime que tal” saludó a su amigo Jaime mientras extendía su mano para saludarle, “bien bien Luis, cuanto hace que no nos vemos…” “una eternidad” respondió Luis y continuaron un rato largo recordando anécdotas de juventud hasta que Luis tras echar un trago largo a su crianza le preguntó seriamente a Jaime: ¿siguen gustándote las mujeres sumisas y los juegos de dominación? Jaime le miró sorprendido y con una sonrisa le preguntó por qué le realizaba dicha pregunta.
Luis y Jaime cuando ambos eran jóvenes compartieron durante un tiempo los favores de una dama, una dama que adoraba ser el objeto de placer de dos hombres, su sumisión era su vida y vivía por y para ellos. En ningún momento hubo tortura alguna ni dolor físico sino que su placer consistía en ser poseída por uno delante del otro y viceversa.
“Haber Luis, ese tipo de gustos no cambian nunca y claro que me sigue gustando y apeteciendo pero…… lo cierto es que resulta difícil dar con una mujer que te siga el juego” Luis le interrumpió y le dijo, “creo que una amiga mía me está pidiendo algo así pero no estoy seguro y me gustaría saber si es que si o no”. Jaime sonriendo interpretó perfectamente las palabras de su amigo y se ofreció para ayudarle a conseguirlo, Luis alargó su mano buscando la de Jaime y ambos sellaron un pacto, un pacto por el cual Paula jamás debería enterarse de la colaboración de Jaime.
Paula era una mujer divorciada y con un hijo que había tenido que ponerse a trabajar tras su divorcio, ello la llevó a trabajar en el servicio de limpieza de un hotel pero aun así su precariedad económica era realmente apremiante. Esbelta y de formas pronunciadas pero no exageradas, se sabía atractiva e interesante para los hombres pero la que en tiempos fue una mujer fogosa y deseosa de placer a cualquier hora se había convertido en un alma errante en busca de su propia supervivencia, todo aquel furor uterino y mental había sido desplazado al olvido y solo mantenía una leve relación con su amigo Luis pero que tampoco iba más allá de unos simples escarceos. Abandonada en su cuidado apenas se arreglaba, su precaria situación económica no la permitía comprarse ni una barra de labios y mucho menos un perfume con el que aderezar su feminidad.
Aquella mañana al realizar la limpieza de la habitación 694 descubrió al hacer la cama un collar de dominación olvidado entre las sábanas, sorprendida y divertida recordó como con su ex marido a veces solían practicar juegos de dominación entre la pareja y su entrepierna comenzó a despertar del letargo a que se había visto abocada.
Erguida dirigió sus pasos al amplio espejo de la estancia donde se entretuvo en contemplarse a sí misma, se colocó el collar al cuello y valoró el estado actual de su anatomía, llegó a la conclusión de que todavía podía interesar a muchos hombres.
La situación era un tanto complicada, estaba claro que no podía dejar el collar entre las sábanas pues debía hacer la cama por lo que decidió depositarlo sobre la mesa de escritorio y no darle mayor importancia. Acabó de limpiar la habitación y con el recuerdo del collar en su mente abandonó la estancia y se encaminó a la siguiente habitación.
“Esta mañana he comenzado con el juego, la he dejado un collar de sumisión entre las sábanas y veremos más tarde que ha hecho con el” comentó Jaime a Luis mediante el teléfono “vale gracias, yo esta tarde estaré con ella, la provocaré un poco y la iré observando”.
Aquella tarde Luis pasó por una zapatería y compró unos zapatos de aguja negros talla 39, posteriormente se dirigió a una mercería y se hizo con unas medias de licra negra y un tanguita también negro ante la divertida y cómplice sonrisa de la dependienta quien a buen seguro hubiera deseado ser la destinataria de tan sugerentes compras.
Con sus compras elegantemente envueltas en papel de regalo y una botella de cava se dirigió a su casa, bajó las persianas del salón y prendió 5 velas que repartió por la estancia. Una mirada al entorno y la visión del espejo de pie de la entrada hizo a Luis planificar al detalle los pasos a seguir, con cuidado agarró el pesado espejo y lo colocó frente a una de las butacas de forma que se reflejase exactamente la una sobre el otro. Prendió sendas barritas de incienso de canela y metió la botella de cava al congelador. Volvió nuevamente al salón y tras una nueva mirada sonrió satisfecho, había generado una atmosfera de penumbra cálida y sugerente, trataría de seducir a su amiga generando en ella un deseo de ser observada y deseada. Todavía faltaba casi media hora para la que llegase su amiga Paula de modo que se dirigió a su habitación para afeitarse, ducharse y perfumarse con su perfume talismán, aquel de las ocasiones especiales y que nunca le fallaba.
Tras comer un menú del día en una taberna del casco viejo Jaime se encaminó al hotel, deseaba comprobar el efecto que el collar había causado en la amiga de Luis. Buscó su tarjeta de la habitación y la introdujo en su ranura, la puerta se abrió sin ruido y aquello le dio una idea a Jaime ¿podría acaso pillarla mientras limpiaba la habitación? Nada hizo sospechar a Jaime que hubiese ocurrido nada especial, observó como la cama estaba perfectamente hecha por lo que ella debería haber encontrado el collar, lo buscó por la estancia y lo descubrió sobre la mesita del escritorio. Agarró el collar y lo inspeccionó, había preparado una pequeña trampa y es que había ajustado su medida a un cuello muy pequeño y cuál fue su sorpresa al comprobar que ella lo había manipulado, ahora tenía la medida de un cuello fino de mujer señal clara de que se lo había colocado, “bien, parece que te gusta jugar” pensó Jaime sonriendo pícaramente.
A las 5 en punto sonó el timbre de la escalera, Luis perfectamente vestido y acicalado se dirigió a la puerta, la abrió y sus ojos chispearon de alegría y emoción. Paula por primera vez en 3 años se había arreglado para seducir, había apurado sus últimas posesiones de coloretes y pintalabios, pasó por una perfumería y se compró un perfume que la costo un ojo de la cara y desempolvó de sus cajones un vestido ajustado de cuero negro que apenas la llegaba a tapar la mitad de sus bonitos muslos, diríase que el asunto del collar la hubiese despertado de su letargo libidinoso. Gentilmente Luis invitó a Paula a pasar, no era la primera vez que paula visitaba la casa de su amigo y ya habían tenido algunos escarceos en el propio piso de Luis pero aquella tarde la tensión se mascaba y ambos predecían que podría ser una tarde muy especial.
Tan pronto como Paula puso sus pies en el interior de la estancia percibió el aroma a canela, miró en dirección al salón y descubrió la penumbra en que Luis lo había sumido con las velas, sonrió y miró a Luis “me gusta” le dijo tímidamente, Luis se acercó la besó en los labios y seguido apagó la luz del recibidor. La oscuridad envolvió la estancia y el salón se apreciaba como un lugar propicio para desatar los instintos más carnales de ambos.



Kristio
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